LANCHARES DENTAL, más de 100 años cuidando de nuestra salud dental

Más de cien años han pasado desde esa silla de barbero que Victoriano Lanchares tenía en un piso de la calle Easo. Hoy ya son tres generaciones, con una cuarta en camino, las que han continuado su legado, transmitiéndose de abuelo a hijos, a nietos y a biznietos en una conocida familia de odontólogos que comparten auténtica pasión por esta profesión. 

Un siglo después, esa silla de barbero es solo un bonito recuerdo familiar para Juan López-Lanchares (todos lo conocen como Juan Lanchares). Precisamente en esa misma calle, se encuentra su clínica Lanchares Dental, unas instalaciones muy modernas y confortables donde se aplican las técnicas más vanguardistas que cubren todos los campos de la odontología.

Actualmente, Lanchares Dental cuenta con dos clínicas: una ubicada en San Sebastián, que abrió sus puertas en septiembre de 2020 en C/ Easo 22, y otra en la localidad de Rentería, ubicada en C/ Viteri 12, que lleva más de treinta años dando servicio a sus pacientes. 

En ambas, un gran equipo de profesionales comparten una misma filosofía; brindar el trato más cercano y especializado en las diversas áreas de implantología, estética dental, ortodoncia, endodoncia, periodoncia, prótesis y cirugía oral. ¡Vamos a conocerlos!

Donostia – San Sebastián
C/ Easo 22
  843 93 11 23
  www.lancharesdental.es

Rentería
C/ Viteri 12
  943 51 19 93
  www.lancharesdental.es

Entrevista: Gemma Garbizu
Fotografía: Alex Iturralde, Fernando Cortés
Vídeo: Jon Goda
Coordinación: Laura Manjarrés
Edición y postproducción: Filtro Creativo

LANCHARES DENTAL

Hola Juan, seguro que nunca te planteaste estudiar otro cosa que no fuese odontología…

La verdad es que no; desde pequeño he tenido la ilusión de ser odontólogo. Recuerdo a mi padre siempre con la bata blanca, y desde que tengo uso de razón quería ser como él; nada más salir del colegio me encantaba ir a verle a su consulta. 

Tres generaciones que van para cuatro…

Así es, porque mi hijo Jon también está estudiando odontología, y me hace mucha ilusión que en un futuro trabaje con nosotros. La vocación por la odontología en mi familia comenzó con mi abuelo Victoriano, que nació en 1887 en un pueblo de Burgos y vino al cuartel de Loyola a hacer la mili. Mi abuelo tenía estudios de practicante, y durante el servicio militar estuvo de ayudante de un dentista.

O sea que su mili le sirvió de aprendizaje…

¡Desde luego! Si hasta decidió reengancharse varias veces para seguir aprendiendo (risas). Al terminar el servicio militar decidió quedarse en San Sebastián, y montó su consulta muy cerca de aquí, también la calle Easo. Tenía un sillón de barbero para atender a sus pacientes, y en sus comienzos no existía la anestesia; ¡les daba un buen lingotazo de coñac al estilo de las pelis del oeste y se quitaban todos los miedos!

Pero en sus tiempos, ¿la anestesia no se conocía?

Con los años sí. Mi padre me contaba que mi abuelo mezclaba unos polvos derivados de los opiáceos con suero y eso servía como anestesia.

¿Tu abuelo estudió odontología?

En un principio solo tenía estudios como practicante, aunque había adquirido bastante experiencia como dentista. Un día acudió a su consulta la guardia civil y como no tenía el título de odontólogo, le dieron un plazo para que pudiera sacárselo; ¡sin duda eran otros tiempos! Mi abuelo estudiaba por la noche y trabajaba por el día; más de una vez lo pilló mi abuela dormido encima del libro…

Pero a base de esfuerzo consiguió ser odontólogo…

Así es, y cobraba tres pesetas por extracción. Por aquellos tiempos se sacaban muchísimas muelas, ya que no existía la odontología preventiva. La gente no se cuidaba nada la boca, y los cepillos de dientes no estaban al alcance de todo el mundo.

En esos tiempos también tengo entendido que la gente se ponía dientes de oro.

Exacto, mi abuelo tenía en su casa un laboratorio donde unos protésicos le fabricaban las piezas para colocar a sus pacientes. Se estilaba poner piezas de oro porque tiene mucha compatibilidad con los tejidos blandos; los protésicos eran grandes orfebres, pero ahora ya no se trabaja con este material.

Juan conserva como un verdadero tesoro sentimental muchos de los objetos que hace más de un siglo tenía su abuelo en su consulta: su orla, la balanza para pesar el oro, algunos modelos de prótesis artesanales o sus pinzas…

La vocación de tu abuelo Victoriano continuó en sus hijos…

Así es. Los dos chicos: mi padre que se llamaba Juan y mi tío Vicente, fueron los que siguieron dedicándose a la odontología, aunque en su caso ambos estudiaron medicina y se especializaron en estomatología. Yo no conocí a mi abuelo, pero mi padre me hablaba mucho de él y me transmitió todo lo que sabía. Para mí ha sido el aprendizaje más valioso que he podido tener además de mis estudios, ya que todas las técnicas nuevas están basadas en las antiguas, y conocerlas te sirve para entender mejor la odontología moderna.

Tu padre, Juan Lanchares, ejerció su profesión durante muchísimos años…

¡Hasta que cumplió los setenta y dos años ni más ni menos! Tenía su consulta en Sancho el Sabio, en el barrio de Amara. Su trabajo siempre fue su gran pasión; no era hombre de hobbies, y vivió por y para su profesión y su familia. Además, fue el primero que trajo a Gipuzkoa un aparato de rayos X. Recuerdo que era un trasto enorme que casi ocupaba toda la habitación y emitía unas radiaciones tremendas; nada que ver con los de ahora. Por usarlo de forma continua, con ochenta años contrajo una radiodermitis.

Dime Juan, además de odontólogo tú eres protésico dental.

Yo estudié tres años de protésico en Valencia, porque no existía en España la carrera de odontología como ahora. Me había quedado con mucha pena de no poder desarrollar mi verdadera vocación, pero un día me encontré con un amigo mío, Agustín Cascón, que me comentó que se había enterado de que en República Dominicana se podía estudiar la carrera de Odontología. Recuerdo que mis padres estaban de vacaciones y les llamé para contárselo; a las tres semanas estábamos Agustín y yo montados en un avión rumbo a República para informarnos de todo; por fin iba a poder ver mi sueño cumplido.

¿Cómo fue tu experiencia en la universidad de República Dominicana?

Fue magnífica. Aprendí muchísimo, porque además de impartirnos toda la base teórica necesaria, en esa universidad se daba mucha importancia a la parte práctica. Todos los sábados nos desplazábamos a pueblos donde cada uno de los estudiantes podíamos extraer tranquilamente ¡unas cuarenta muelas en una jornada! Cuando regresé a San Sebastián, seguí desarrollando mis conocimientos trabajando con mi padre y con mi hermano hasta que mi padre decidió jubilarse.

También tienes una clínica en Rentería…

En Rentería llevamos desde el año 90. Mi padre fue un visionario, y decidió abrir una consulta dental en esta localidad porque creyó con acierto que era un buen emplazamiento. Tanto mi hermano Jorge como yo nos turnábamos entre ambas localidades. Al principio, nuestra consulta de Rentería estaba ubicada en un piso, pero hace ya quince años nos trasladamos, y fuimos de los primeros en abrir una clínica dental a pie de calle.

Y en septiembre de 2020 decides abrir tu propia clínica también en San Sebastián.

El hecho de tener un hijo estudiando odontología y querer dejarle mi legado, al igual que mi padre hizo conmigo, me ha animado a dar este paso.

¿Qué es lo que más ha evolucionado en el campo de la odontología en los últimos años?

Sin duda los implantes. Actualmente se realizan con titanio, un material de última generación que logra una integración perfecta con el hueso. En la época de mi padre apenas existían los implantes, éramos muy pocos los dentistas que lo realizaban, y tenían un alto índice de fracasos. Pero esta técnica ha evolucionado muchísimo en cuanto a tecnología y materiales utilizados, y hoy en día los resultados son muy buenos. No obstante, hay que poner todos los medios posibles para intentar conservar la pieza original. Afortunadamente, en los últimos tiempos se aboga más por una odontología conservadora; nosotros siempre hemos mantenido esta filosofía, pero si no es posible y hay que recurrir a los implantes, el porcentaje de éxitos es muy elevado. 

La regeneración de hueso es otro campo que ha evolucionado mucho; las técnicas de regeneración a través de hueso bovino tratado están logrando grandes avances en este área. 

Dr. Juan Lanchares

Seguro que el campo de la estética también ha evolucionado de forma importante…

Sin duda. La aplicación de carillas para lograr una sonrisa completamente natural es un campo que ha mejorado mucho. En nuestra clínica, la formación también es constante; hemos asistido a cursos en la universidad de Nueva York donde están a la última en esta técnica. La ventaja es que siendo poco invasiva y conservadora, es muy efectiva en cuanto a resultados.

¿Recuerdas el caso más complicado al que te has enfrentado?

Ha habido muchos, pero conseguir que una boca entera con implantes tenga una función masticatoria perfecta y una sonrisa natural, es seguramente de los más complicados, ¡y a la vez satisfactorios! Ver que la boca del paciente queda perfecta, y que esa persona vuelve a tener seguridad al sonreír te carga de energía positiva.

Juncal Echezarreta

El hecho de que también seas protésico te dará una visión más completa de la odontología…

Así es. Imagínate un arquitecto que además ha trabajado antes como albañil. Si a la hora de proyectar una pared, él mismo la ha construido en otras ocasiones, tiene un conocimiento más completo, ¿no? Cuando los protésicos me realizan las piezas dentales para la clínica, sé exactamente cómo deben hacerse, porque yo también me he dedicado a ello.

Dr. Jaime Larrañaga

En el área de la estética, la ortodoncia invisible con Invisalign también ha supuesto un gran avance, ¿no?

Efectivamente. Contamos con una experta ortodoncista en nuestro equipo, Eider González, que logra sonrisas maravillosas. Nuestros pacientes pueden seguir optando por la ortodoncia tradicional de brackets, pero sin duda Invisalign ofrece importantes ventajas en cuanto a comodidad y discreción.

¿Se tiende más a cuidarse la boca que antes?

Afortunadamente sí. La pérdida de dientes se debe a dos causas; la mala higiene y las enfermedades periodontales, que también encuentran vía libre para desarrollarse por motivos de mala higiene. Ante este problema se suelen realizar periodoncias para eliminar las infecciones, pero es mejor evitar llegar a este problema mediante una buena higiene bucal; si no te cuidas la boca, puedes acabar perdiendo tus dientes.

Dra. Raquel Mendizábal

Hablando de limpieza, ¿cepillo manual o eléctrico?

Si lo utilizas bien yo me quedo con el manual. El eléctrico puede que sea más cómodo, pero esa comodidad puede ser precisamente la que te lleve a poner menos empeño en una correcta limpieza de cada diente.

¿Cuáles son los valores que destacan en Lanchares Dental?

Si tuviera que elegir, diría que el trato cercano al paciente y la profesionalidad. Somos un equipo de profesionales muy cohesionado y con una misma filosofía de atención muy personal y humana. Pero también por supuesto es muy importante dotar a nuestras instalaciones de todo lo necesario para que nuestros pacientes se encuentren lo más cómodos posible. 

Al respecto de los valores que compartimos, creo que eso es algo que nos diferencia mucho de las franquicias dentales, que tienen una mentalidad más de marketing y de negocio que de mirar realmente por el interés del paciente.

El equipo de Higienistas: Haizea, María, Tamara y Larraitz (de izquierda a derecha)

Dinos Juan, ¿cómo ves la odontología de aquí a cincuenta años?

Pienso que cada vez será más conservadora, porque la gente tiende a cuidarse cada vez más. Por otro lado, creo que habrá avances que ahora ni nos imaginamos: ya se habla de que en un futuro será posible implantar un germen dentario en la encía para que salga una pieza natural. 

En estos momentos estoy colaborando con la empresa biotecnológica Tecbiofel; soy uno de los directores médicos de un proyecto de tecnología biomédica celular en el que se trabaja con células madre.

Junto con Juan Lanchares están Jaime Larrañaga, odontólogo especializado en cirugía, y Raquel Mendizábal en odontología general. Completan el equipo la ortodoncista Eider González, las enfermeras Larraitz Garro, Haizea Lasa, Maria Prego y Tamara Martínez, y también está Juncal Echezarreta, que hace años decidió ayudar a su marido Juan como coordinadora de las dos clínicas.

Dos clínicas, colaboraciones… ¿Ya consigues dividirte?

Por supuesto, y a diferencia de mi padre, yo sí tengo hobbies. Me encanta la jardinería y el golf, y disfruto mucho con ambos, aunque nunca seré tan bueno como mi hijo Jon que es un gran golfista (risas).

Quién sabe Juan (risas)… ¡Nos ha encantado conoceros, hasta pronto!

¡Hasta la siguiente publicación! ¡Estad atentos!

¡Nos vemos!

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