RESTAURANTE ASADOR ALAIA

Restaurante Asador Alaia
  Paseo de Igueldo, 225. Donostia-San Sebastián
  943 223 662
  www.restaurantealaia.com

Si hay una ciudad que es de postal, esa es sin duda San Sebastián… y si hay que elegir cuáles son sus vistas más espectaculares, yo diría que las que se pueden contemplar desde el Monte Igueldo. Cuando estamos en lo alto de este monte no hay nada como mirar a la bahía y contemplar semejante panorámica… en ese momento nos sentimos más orgullosos que nunca de ser donostiarras.

Precisamente en Igueldo, donde nuestros ojos enfocan hacia la mejor panorámica de la Bahía de La Concha, se encuentra el Restaurante Asador Alaia. Dicen algunos expertos que su cocina tradicional es riquísima, basta con probar su paella de marisco o su delicioso arroz con almejas… ¡¡simplemente deliciosos!!

Aquí, en Restaurante Asador Alaia, ubicado en  Paseo de Igueldo 225, tenemos una cita con Adolfo Muriel y Mariaje Ambrosio, que han cumplido la mayoría de edad al frente de este lugar tan especial. Y es que ya han pasado dieciocho años desde su apertura… desde aquel día que esta simpática pareja decidió añadir muchísimos “ingredientes” de esfuerzo e ilusión para transformar el antiguo merendero “El Pinar” en el Asador Alaia, un restaurante con una cocina de calidad… y con mucha vista… ¿la disfrutamos?

Entrevista: Gemma Garbizu
Fotografía: Marian Etxebeste
Coordinación: Laura Manjarrés
Edición y postproducción: Filtro Creativo

Hola Adolfo, me imagino que los comensales tardarán lo suyo en terminarse el plato… Deben quedarse embobados en medio de un bocado ante semejantes vistas.

Mientras no se atraganten yo feliz de que las disfruten al máximo (Adolfo sonríe con la simpatía que le caracteriza). La verdad es que pocos restaurantes permiten “saborear” unas vistas como las que tenemos en el Alaia. Yo conocía el antiguo merendero que había aquí, y cuando tuve la oportunidad de abrir un restaurante en su lugar no lo dudé; me pareció un reto muy bonito y ya llevo dieciocho años al pie del cañón.

Desde luego, Adolfo, eres un hombre de retos… ¡¡porque mira que has sido emprendedor!!

Nuestros primeros negocios de hostelería los tuvimos en la calle Easo 7, donde cogimos el traspaso de dos pubs: el Invernadero y el Esparbela. A los años decidimos cambiar de actividad y abrimos en su lugar Chez Croisssant, la croissantería que seguimos teniendo ahora. Cuando se inauguró hace más de treinta años, se trataba de la primera croissantería que se abría en esta ciudad; llegábamos a hacer mil ochocientas unidades en un solo día para servir a los clientes; las colas que se formaban eran interminables… ¡una auténtica locura!

Adolfo junto a su mujer Mariaje y sus hijos Álvaro y David.

Y posteriormente tuvisteis el restaurante Aurrera… que estaba frente al mercado San Martín.

Sí, al año siguiente cogimos el Aurrera, lo tuvimos cuatro años como self- servicie y fue el primer restaurante de San Sebastián que tenía uno de los comedores íntegramente para “no fumadores”, funcionó muy bien. Pero a los años nos metimos en una obra faraónica para convertirlo en el Aurre (primero fue una cafetería restaurante y posteriormente una cervecería). Aquel negocio por diferentes circunstancias no funcionó como me hubiese gustado… yo tampoco estaba a gusto y quería cambiar de aires.

Adolfo es un hombre que nunca ha parado de hacer cosas… ¡va con sus genes! Anteriormente también estuvo ayudando a su tío a montar la cafetería Jartxa en Amara y posteriormente ayudó a montar otro pub, el Popayan. También tuvo una pequeña heladería en la Avenida de la Libertad En el Jartxa precisamente conoció a su mujer, Mariaje, que solía ir a la cafetería tras salir del instituto Usandizaga donde estudiaba; y ya llevan toda una vida juntos.

El camarero Melvin sirviendo a sus clientes. 

Erais de lo más animados; incluso montasteis un restaurante en Sierra Nevada: Las Terrazas…

Fue durante una temporada y tenemos un gran recuerdo de él; éramos jóvenes, no teníamos hijos y mi padre, que era taxista, dejó el taxi y le encantaba ocupar su tiempo viniendo a ayudarme en el Aurrera, al igual que mi madre que ha sido una gran cocinera. Todos los años íbamos una semana a esquiar a Sierra Nevada y teníamos un amigo con muchos locales en esa estación de esquí: mi amigo era uno de los empresarios que inició el negocio hostelero en esa zona, así que una temporada nos hicimos cargo de un restaurante y la verdad es que fue una bonita experiencia.

Y hace dieciocho años tuvisteis la oportunidad de coger el relevo a lo que hasta ese momento había sido el merendero “El Pinar”…

La dirección del Parque nos brindó la oportunidad de emprender aquí un nuevo proyecto; tuvimos que acometer una obra importante para acondicionar el local como restaurante e inauguramos el Asador Alaia.

Foie mit cuit.

Ensalada de pasta.

Cogollos de Tudela con anchoas.

¿Qué queríais conseguir con el Asador Alaia?

Nuestro objetivo era dar un aire totalmente nuevo a este lugar, que en realidad es un terreno privado del Parque. Queríamos abrir un restaurante con una cocina tradicional pero de calidad, para que la gente pudiera comer o cenar en un ambiente tranquilo mientras se disfruta de las mejores vistas de la ciudad.

¿Todos los años hacéis inversiones para conservarlo adecuadamente?

Sí, todos los años realizamos mejoras para que resulte un lugar agradable para nuestros visitantes; hace ya unos años colocamos toldos en la terraza para que la gente pudiera resguardarse del sol y de la lluvia, y también cuidamos mucho aspectos como la jardinería.

Paella de marisco.

Arroz con almejas.

Veo que saludáis a la gente que está comiendo como si les conocierais de toda la vida, ¿tenéis una clientela que viene desde hace muchos años?

Un ochenta por ciento del público que viene es local, aunque también suele venir gente de fuera y turistas que están alojados en el hotel: entre terraza e interior tenemos capacidad para más de doscientas personas.

¿Y cómo te organizas con una cocina tan pequeña?

Aunque tengo una cocina pequeña, logramos dar un servicio de calidad incluso cuando hace un día radiante en pleno agosto y el restaurante está a tope. Tengo buenos amigos como el chef Iñigo Lavado que cuando se asoma a nuestra cocina no da crédito a que podamos servir a tanta gente a la vez (risas).

Ensalada de tomate del país.

Arroz con bogavante.

Costilla de ternera lechal.

¿Pero cómo consigues tener tantos platos listos para que se sirvan en las mesas?

Yo ofrezco una comida tradicional que da mucha importancia a la calidad de las materias primas, pero no son recetas que requieren mucha elaboración. Todos los días vengo muy temprano y comienzo a preparar algunas cosas de manera que puedo ir ganando tiempo antes de la preparación final. También cuento con una buena ayudante en la cocina, Yasmina, y supongo que los años de experiencia ayudan, claro.

Bacalao a la plancha.

Solomillo de bonito a la plancha.

La verdad es que la gente habla muy bien de vuestra cocina; platos como vuestra paella de marisco o bogavante, vuestro arroz con almejas o vuestras parrillas de carne son muy apreciados…

Tratamos de ofrecer una cocina con materias primas de primera calidad: las carnes, los pescados, las verduras…. Trabajo de la mano de proveedores de máxima confianza a los que conozco desde hace muchos años. Nuestra carta ofrece una selección de platos adecuada al tipo de cocina que tenemos: hay ciertos platos que solo servimos en las cenas, y es que al mediodía en verano suele haber tanta gente que no es posible ofrecerlos sin que los comensales tengan que esperar mucho.

La verdad es que esta terraza, con estas vistas, es como un sueño…

Es muy agradable sí, y por la noche está muy bonita: es una maravilla ver la ciudad desde aquí. Hemos creado un espacio exterior para lograr que los comensales se sientan lo más a gusto posible y en un ambiente relajado. Por eso tenemos tres ambientes diferentes: para familias con niños, para parejas, y para familias sin niños o grupos de mayores.

Me imagino, Adolfo, que el tiempo os jugará malas pasadas, ¿has aprendido a ser meteorólogo?

La verdad es que no tengo mucha idea de predicciones… además en esta zona es fácil equivocarse a la hora de predecir el tiempo, aunque afortunadamente tenemos toldos para que la gente no se moje si cae un chaparrón.

Cristina, otra de las camareras de Asador Alaia.

Para comer en el Asador Alaia hay que pagar un pequeña entrada al Parque… ¿es un tema que molesta a los que vienen?

A la entrada del Parque hay una barrera que obliga a pagar una entrada, vengas a disfrutar de sus atracciones, vengas al hotel o a este restaurante. Siempre habrá alguna gente a la que le moleste y lo respeto. Pero yo me pregunto… ¿cuánto pagas de parking si vas a comer al centro de San Sebastián en coche? Seguro que mucho más, y en cambio vienes aquí y dejas el coche justo al lado. Hay que entender además que esta barrera hace de filtro; antes a ciertas horas de la noche la barrera estaba levantada y había mucha chavalería que se metía a hacer botellón, dejando todo hecho un asco; por ello se ha decidido que esta situación debe acabar.

¿Qué horario tenéis en el restaurante?

Servimos las comidas de una y media a cuatro de la tarde, y las cenas de ocho y media a once de la noche. Casi todo el mundo viene con reserva previa pero también suele venir gente de imprevisto; personas que han venido a visitar el parque, por ejemplo. Si hay sitio para comer no hay ningún problema.

¿De pequeño querías ser cocinero, Adolfo?

La verdad es que no era un niño que soñaba con estar en los fogones. Yo empecé vendiendo coches y era bastante “bala”; lo que quería era “echar a andar”. Posteriormente comencé en el sector de la hostelería dirigiendo el negocio. Pero coincidió que me quedé sin los dos cocineros que tenía en el Aurrera y me animé a este nuevo reto. Yo ya sabía algo de cocina (estuve un tiempo con Pedro Gómez en el Romantxo de Irún) y tengo una madre riojana que cocina muy bien, supongo que algo me habrá pegado (sonríe).

Eres una caja de sorpresas… hasta fuiste jefe de eventos en el ejército.

(Risas) Me tocó hacer la mili en Madrid, en Prado del Rey, y como dije que era camarero me quedé en la residencia de oficiales. Junto con un compañero catalán nos encargábamos de organizar los eventos para los altos mandos del ejército: cenas y comidas para celebrar condecoraciones. Muchos eventos los hacíamos en colaboración con Radio y Televisión Española que también estaba en Prado del Rey; ¡menuda odisea!

Y ahora tenéis un nuevo proyecto de lo más interesante entre manos, ¿de qué se trata?

En breve pretendemos abrir un parque de tirolinas en el mismo Parque de Igueldo. Esta idea comenzó en 2008 cuando estuvimos en una feria de franquicias en Madrid y visitamos a una empresa de parques de aventuras… pensé que sería buena idea para montarlo aquí, pero solo se quedó en una idea. A los años hicimos un viaje a Costa Rica y estuvimos en un parque de tirolinas; nos encantó lo que vimos y decidimos poner en marcha el proyecto: le hemos llamado Canopy Donosti Aventura. Para diseñar el proyecto hemos contado con la colaboración del montañero y alpinista Miguel Ángel Vidal, que también es guía en el Himalaya y tiene experiencia en la creación de parques similares.

Me imagino, Adolfo, que en tu tiempo libre harás de todo menos cocinar…

Me encanta montar a caballo en campo abierto, de hecho voy todos los años al camino del Rocío y es una experiencia que me recarga mucho las pilas. De niño montaba con mi abuelo en Calahorra y mi padre de joven fue adiestrador de caballos; me contaba muchas historias. Estuve muchos años sin montar, pero hace cinco años lo retomé cuando fui por primera vez al Rocío; soy cófrade de una hermandad y desde Sevilla recorremos a caballo el camino hasta el Rocío.

¿Y tú no le acompañas, Mariaje?

¡Deja deja! que disfrute mucho… a Adolfo le encanta vivir todos los años esa experiencia, pero eso de dormir en campo raso a la intemperie a mí no me va mucho (risas).

Gracias y hasta muy pronto… porque volveremos para disfrutar de esa rica paella; ¡se nos hace la boca agua!

¡Hasta la siguiente publicación! ¡Estad atentos!

¡Nos vemos!

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